miércoles, 25 de mayo de 2016

72 días de supervivencia



  El viernes 13 de Octubre por la tarde, el fuselaje cae en la inmensidad de La Cordillera de los Andes.
  En el choque mueren 13 personas, entre ellas la madre de "Nando" Parrado, uno de los posteriores héroes de la historia. 
  Los 32 sobrevivientes se encargaron de realizar precarias actividades de rescate: el capitán del equipo dirigía la situación y asignaba tareas para salvar la mayor cantidad de pasajeros posibles. 
  Así fue que mientras los dos estudiantes de primer año de medicina se encargaban de revisar la salud de cada compañero, los demás seguían las instrucciones para improvisar vendas o quitar asientos que aplastaban los cuerpos de otros sobrevivientes. Esta organización ayudó a no caer en el caos y, a su vez, a curar heridas que en otras circunstancias hubieras sido mortales.
  Durante la primer noche fría, murieron 4 personas más que se encontraban en estado crítico luego de la colisión, entre ellas el copiloto, Dante Lagurara, causando así la ausencia de los 5 tripulantes de vuelo.
  A la última hora del octavo día fallece la hermana de Nando Parrado. La mujer había sufrido lesiones internas luego de la colisión que la dejaron débil y sin fuerzas para subsistir.
  El 22 de Octubre comenzaría la odisea para los 27 sobrevivientes.

  Una de las técnicas para sobrevivir fue diseñada por Adolfo "Fito" Strauch, que inventó un aparato para convertir hielo en agua y no morir de deshidratación.

Fernando Parrado, bebiendo nieve previamente derretida.

  Otra técnica de supervivencia fue la decisión de elegir a tres sobrevivientes con mejor estado de salud para realizar una expedición cuyo objetivo principal era encontrar la cola donde hallarían la mayor cantidad de provisiones. Es la primera expedición por fuera del fuselaje que no tuvo resultados.

  A 10 días del accidente, y todavía con la esperanza motivadora de seguir con vida, se enteraron a través de un radio que se encontraba en el Fairchild y que fue arreglada por uno los sobrevivientes, que el servicio aéreo de rescate ha suspendido la búsqueda del avión.

  Fue una de las noticias más desalentadoras con las que tuvieron que enfrentarse y fue el momento donde se sintieron más solos y desprotegidos.
  Esa misma tarde se reunieron dentro del fuselaje y decidieron que si querían salvarse, debían hacerlo por su cuenta y que para tener las fuerzas necesarias, debían alimentarse. 
  Utilizar los cuerpos sin vida como alimento fue una de las más dolorosa y rechazada técnica de supervivencia. 

"Cuando ya se habían agotado las provisiones, hicieron el acto de nutrirse 
con proteínas humanas en una suerte de comunicación profunda y dolorosa. 
Cortaban pedacitos de carne muy pequeños y los guardaban en la nieve para conservarlos. 
Dos veces al día (mañana y tarde) se alimentaban con ellas".

Fernando Parrado: "allá arriba no hay reglas, no era el cuerpo de un amigo, era comida".

Limpiaron su consciencia considerando que alimentarse de sus amigos era la forma de no dejar que sus muertes hayan sido en vano, ya que los ayudaría a sobrevivir.



En días despejados se sentaban afuera bajo el sol en 
la denominada "sala de estar" para escapar del interior 
oscuro y húmedo del fuselaje.

La temperatura diurna era suave y el sol era 
lo suficientemente fuerte como para calentarlos.

  El 29 de Octubre, al caer la noche, una avalancha desciende por la montaña y entra en el fuselaje del Fairchild, sepultando a todos los supervivientes que estaban ya acostados. Esa noche, 8 personas mueren bajo la nieve por asfixia.  
  Después de tres días de tormenta, los supervivientes logran sacar la nieve del fuselaje y deciden emprender la segunda expedición hacia el este, con la intensión de cruzar las laderas y llegar a Chile, pensando que estaban ubicados en Curicó como informó el copiloto en sus últimas palabras de agonía. 
  Por las condiciones climáticas, los tres expedicionarios –Parrado, Canessa y Vizintin– regresan a las tres horas para pasar la noche en el fuselaje. En la madrugada, fallece 1 de sus compañeros, quedando así 18 sobrevivientes hasta el momento.
  A los pocos días, cuando recuperaron las fuerzas, los tres expedicionarios vuelven a partir hacia el este y al cabo de 2 horas encuentran la descompuesta cola del avión, donde pasan la noche. Gozaron de algunos alimentos que encontraron y se quitaron los harapos que tenían por ropa para vestirse con los abrigos hallados en el equipaje.

  Los días siguientes estuvieron repletos de fracasos: Las condiciones climáticas impiden seguir caminando por las montañas, las baterías encontradas en la cola del avión con la cual deseaban arreglar la radio, no funcionan, descubren que el camino hacia el este no es correcto para llegar a Chile y por el frío y la falta de esperanza, fallecen 2 más de los sobrevivientes. (Quedando vivos los 16 Uruguayos que finalmente serían rescatados) 

A mediados de Noviembre en la desmembrada cola del avión, 
mientras se esforzaban en vano por arreglar la radio del Fairchild.

  A los 61 días del accidente, nuevamente Canessa, Parrado y Vizintin salen en la que sería la última expedición, esta vez rumbo al oeste y con la esperanza de volver al fuselaje con el equipo de rescate. Esa noche duermen dentro de un saco de dormir que habían fabricado de material aislante que encontraron en la cola.
  Al día siguiente, logran llegar a la cima de la gran montaña y descubren que Chile está mucho más lejos de lo que pensaban.
  Entre varias horas de disputas, deciden que Vizintin debe volver al fuselaje y que Parrado y Canessa debían continuar la expedición con mayores provisiones, ya que descubrieron que el viaje duraría más de lo planeado, sin imaginar que tardarían 10 días y que los traerían de regreso a casa.


Mapa del recorrido que realizaron en la denominada "última expedición".


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